Después
de la "húmeda" madrugada en la 305, a nuestro querido
protagonista Paco Penas apenas le quedaban fuerzas ni ganas para
afrontar un nuevo y desmoralizador día entre las vetustas paredes de
aquella aislada unidad de Medicina Interna del Hospital Puerta de San
Pedro.
La
cadena de desgracias y sucesos extraños acaecidos sobre la persona
de Paco, podría plantear a los más avezados investigadores de lo
paranormal un nuevo enigma, al que dedicar con tesón y dedicación
exhaustiva, todo un programa monográfico de "Cuarto Milenio".
Posiblemente
el mismísimo Iker Jiménez acudiría sin pensarlo a esa tercera
planta del Hospital para conocer
in situ al hombre más castigado por las maldiciones en los
últimos días.
El
caso es que Paco Penas empezaba a asumir su desgraciada existencia en
la unidad, no sin cierto aire de conformismo y estoicismo, lo
cual no dejaba de ser un hecho verdaderamente admirable para el
personal de planta.
Si
hacía unos días la llegada de una nueva jornada suponía un aumento
de su ansiedad ante el tipo de suceso que le tocaría padecer, ahora
sin embargo Paco daba por hecho que "algo" nuevo le pasaría
en el nuevo día.
Y
así transcurrió una mañana, en la que por fin le confirmaron que
la dichosa prueba que se le había pedido, se realizaría en breve.
A
los cambios de dieta acostumbrados para este tipo de
praxis, se añadió el día antes la nauseabunda
experiencia de tener que ingerir una sustancia acuosa,
transparente pero de sabor horrible que le provocaban intensas
arcadas.
A
mediados de la tarde, Paco Penas empezó a acudir con
urgencia al WC cada pocos minutos para evacuar de forma
espectacular una vez tras otra.
-
Amigasho,¿¿tiene la barriguita mala??...le preguntaba con sorna y
algo de mala leche el Chori.
-
Amigasho, le pido a la mushasha una mentita poleo, ja-ja-ja..
Las
idas y venidas de Paco al baño, aderezadas con la socarronería de
los comentarios de su nuevo compañero de habitación, no hacían
sino minar la moral de nuestro protagonista que empezaba a
sentir como el escozor en su esfínter anal se volvía insufrible.
-
Amigasho....¿¿quiere un cubito de yelo pal culo??..ja-ja-ja...
Sin
perder las buenas formas y la exquisita educación que
recibió desde pequeño en su hogar, Paco negaba sutilmente con
la mano, como quitando importancia a las molestias que sentía,
aunque por dentro sentía como si el mismísimo infierno con
Lucifer al frente se hubiera introducido en apenas unos cuantos
centímetros cuadrados de intestino. La percepción de calor
sofocante en la zona, acompañado de la sensación punzante de
decenas de agujas, hacía que Paco Penas se planteara el hecho
de acudir nuevamente al WC, pues la tortura evacuatoria era superior
al alivio intestinal posterior.
-
Amigasho, ¿¿le pido a la mushasha unos porvito de tarco??,
ja-ja-ja....
Cuando
el celador vino a recogerlo para llevarlo a Endoscopia, Paco Penas se
felicitó por perder de vista aunque fuera unos minutos al
Chori y sus bromas de mal gusto. Quería que el mal rato pasara lo
antes posible, y poder descansar por fin de tanto maltrato digestivo.
Llegó
el momento de la verdad. Paco Penas observaba sobre una mesa un tubo
de un dedo de grosor y de bastante longitud, y sintió escalofríos
de pensar que semejante "boa constrictor", en breves
segundos camparía a sus anchas dentro de su cuerpo.
-
Bájese los pantalones.
La
seca frase, casi escupida a la cara de Paco Penas sonó en el aire
como el anuncio de una sentencia de muerte.
Allí
estaba Paco. Perdida totalmente su ya de por sí anulada dignidad, en
cueros y esperando a que un desconocido le metiera "más de
medio metro" de tubo por detrás.
La
sensación de indefensión era notable, y producto de la vergüenza,
apenas si podía levantar la vista del suelo...
-
Vaya por Dios.-dice el endoscopista.
-
¿Pasa algo?
-
Se nos ha vuelto a estropear el maldito cacharro este.
-
¿Cómo?
-
Lo que oye.
Paco
Penas suspiró aliviado en un primer momento, aunque luego reparó en
que sólo se trataba de un "aplazamiento de la ejecución",
por lo que abatido, volvió a sentarse en la silla de ruedas que
empujaba el celador.
Nada
más llegar a la planta una enfermera le pregunta...
-
Francisco, ¿ya le han hecho la prueba?...a lo que contesta el
celador...
-
Se ha estropeao el cacharro.
En
ese momento suena el teléfono y contesta la enfermera.
-
Medicina Interna...si...si...de acuerdo...pero eso ya es
seguro, ¿no?...vale, de acuerdo...adiós.
Cuelga
el teléfono y se dirige a Paco...
-
Mañana te hacen la colonoscopia.
-
¿Seguro? ¿estará arreglada la máquina?
-
Eso me han dicho los de abajo, así que hoy vamos a seguir con la
preparación...
24
horas más de tortura se presentan ante Paco, que está al borde de
las lágrimas de pensar en tener que volver a pasar por la misma
experiencia una vez más.
Ya
se lo decía Don Anselmo poco antes de morir, en uno de sus últimos
e intermitentes ingresos..."no entiendo el interés que tienen
estos "batas blancas" en verme por dentro, esa necesidad de
volver a mirarme por el mismo agujero una y otra vez... ¿es que no
se creen lo que vieron a la primera?"...verdades como
puños, Don Anselmo.