domingo, 10 de mayo de 2015

CAFÉ Y TINTA... CON VIDAL FERNÁNDEZ SOLANO




Cuando llamé a mi amigo Vidal y lo invité a tomar café y charlar un rato (intentaré que sea él quien me termine invitando… jejeje), sabía que no me dejaría plantado aquí en el bar.
Y es que Vidal, es un tipo peculiar. Uno de esos escritores que, por su estilo narrativo, y por los temas que tocan sus escritos, pasará por esta vida sin dejar indiferente a nadie. Es otro de esos escritores anónimos que luchan por tener esa oportunidad de mostrar lo que es capaz de hacer, de escribir… de imaginar.
Mirad, por ahí viene…

—¡Eh! ¡Vidal!... ¡aquí, junto a la ventana! ¿Cómo estás, tío? Me he tomado la libertad de pedirte un café. Oye, mientras que viene el camarero, me gustaría preguntarte una cosa que me viene dando vueltas al coco hace un tiempo… ¿realmente piensas que Montague Druitt era el verdadero Jack el Destripador, o solo fue la excusa perfecta para escribir “Fuego de noche, hielo de día” un soberbio relato sobre los asesinatos de Whitechapel(altamente recomendable, amigos)?

—En absoluto. No quería escribir un relato sobre crímenes, sangre, policiaco, sino sobre la persona que fue el famoso asesino. Cuando me puse a escribir el relato desconocía todo acerca de la historia del Destripador. Pero al ir avanzando en mi investigación me di cuenta de que al principio pretendía llamar la atención con simples crímenes y después, cuando la prensa lo elevó a lo que hoy sería una celebrity, se hizo más “carnicero”, más sensacionalista. Antes era un asesino, después actuaba para las cámaras. Para mí el principal sospechoso es el exnovio de la última víctima, Mary Jane Kelly. Él quería que abandonase la prostitución pero ella seguía a lo suyo y por eso empezó a matar prostitutas, para asustarla. Al final la mató a ella, y dejó al cuerpo tan machacado que era irreconocible. El personaje de Druitt me vino bien porque hallaron su cuerpo en el Támesis unas semanas después de la muerte de Kelly, y eso me sirvió para justificar por qué no siguió matando. Yo no intentaba apoyar ninguna hipótesis, solo construir un relato. Sin embargo, hay personas que ya sabían mucho del tema… ejem… como tú. Si hubieras elegido ese tema para escribir ¿de qué habrías hablado?

—Pues si tú supieras que estuve a punto de escribir un relato sobre Jack precisamente este año y para el mismo concurso en el que presentaste el tuyo… Mi protagonista era una de las asesinadas (aún no había decidido cuál), y la historia giraría en torno a la miseria de Whitechapel… la figura del asesino solo aparecería de trasfondo, y el final, lógicamente, era el asesinato de la prota. Ahora, a toro pasado, y viendo tu “retoño”, creo que dejaré indefinidamente en la nevera esa historia. Y lo digo porque, al estar tan bien montada, temo que inconscientemente me deje influenciar por la atmósfera que creaste. Me ha pasado en otras ocasiones, así que sé de lo que hablo, jejeje. De todas formas, no es el primer relato tuyo que me gusta, lo sabes. Sobre todo me mola esa “oscuridad” que asoma a tus historias… venga, va… seguro que esto no te lo han preguntado nunca (modo ironic ON)… ¿qué influencias literarias tienes? ¿Poe, Lovecraft?...

—Lovecraft, definitivamente no. De Poe leí algunas cosas de adolescente. Esa es una pregunta sencilla de difícil respuesta. Tú has escrito muchos relatos que han ganado concursos, de géneros muy dispares (yo también he hecho mis averiguaciones). El único autor del que puedo decir que una vez, en mis años mozos, fui seguidor, es de S. King. Ahora me gusta leer de todo, solo pido que la historia me enganche de principio a fin. No soy de los que creen en una única influencia. ¿Cuáles son tus autores de culto, ya sabes, esos a los que quizás te gustaría parecerte un poco?

— Yo reconozco que tengo muchos. García Márquez, Cortázar. Poe, por supuesto. Y luego, un peldañito más abajo Orwell, Capote, Dos Passos, Burgess… reconozco que también he seguido (¡y sigo!) a Stephen King. Otro de mis favoritos es Sharpe, aunque en otro registro, claro. Como ves mis gustos son bastante heterogéneos; menos la literatura erótico-romántica, leo un poco de todo.  Antes de que me lo preguntes, de la literatura española me quedo con Delibes, Lorca… y me reconozco devorador de la obra de Vázquez-Figueroa. ¡Ya ves cuánta diferencia entre unos y otros!  Cambiando de tercio, tío, imagínate que se te aparece Dios, no en forma de zarza ardiendo, sino de vitrocerámica al rojo, por ejemplo… y  te ofrece  la oportunidad de ser:
A)     Un escritor de éxito: te forrarás y tus libros se venderán en supermercados y grandes almacenes, como si fuesen rosquillas.
B)      Un escritor de culto: morirás pobre, pero tu obra será eterna
¿Con cuál te quedas?

—¿Por qué en forma de vitrocerámica ardiendo? Jaja. Si se me apareciese Dios esperaría algo más psicodélico y relajante. Prefiero vender millones de libros. Que le den a la eternidad. Sé que nadie se acordará de mí cuando estire la pata. Mientras tanto, a vivir lo mejor que se pueda. Y a ti ¿qué te impulsó, no a escribir historias, sino a mostrarlas al público? ¿Algo de ese ego que nos atribuyen a los que somos más o menos escritores?

—Yo siempre cuento que escribir es, ante todo, un hobby. Hay quien hace punto de cruz, rellena autodefinidos o sudokus, se dedica a la papiroflexia… en mi tiempo libre me gusta sentarme frente a la pantalla y aporrear teclas. Algo de ego sí que se tiene, se reconozca o no, Vidal. El momento más crítico es ese en el que se traspasa el velo íntimo de lo que has escrito y lo enseñas a alguien para que lo valore, y durante el tiempo de su lectura, absolutamente todos los cimientos de la historia que has escrito se tambalean más o menos en función de la opinión que recibes. Y para tragar hiel también hay que valer, Vidal, jejeje… somos de otra pasta. Volviendo al tema de la lectura, a veces tengo la sensación de que la gente, en general, lee poco… o lee menos. ¿Por qué crees que estamos viviendo esta crisis literaria, Vidal?

—No estamos viviendo una crisis literaria, sino cultural. Nuestro país tiene un nivel de conciencia social, cultural y de respeto hacia los demás que solo es superada por debajo por Haití, creo. No es una cuestión coyuntural, sino que viene de siglos atrás. Si alguien se entera de que escribes relatos piensa que eres un esnob o un pijo, y de leer lo que escribes ¡ni hablar!, demasiado esfuerzo. Y no estoy hablando de un tópico, sino de situaciones reales vividas. El día que escriba mis memorias más de uno se va a cabrear. Tendré que usar nombre ficticios, pero aún así… ¿A ti no te ha pasado que alguien de tu entorno te mire “de esa manera” cuando se entera de que escribes relatos o novelas?

—Jajajaja… por supuesto. Hay quien te mira como diciendo “¿tú? ¿escritor?... pero… ¿escritor de escribir?”. Afortunadamente casi toda la gente de mi entorno sabe que tengo esta inquietud desde pequeñito, y ya me miran con condescendencia o resignación, ya me entiendes. Y luego están los que te miran como si estuvieses completamente loco… Por supuesto están los dos extremos: el que te mira con admiración, como si estuvieses cerca de ganar el Nobel de Literatura, … y el que lo hace con cierta envidia o inquina, que de todo hay. Son cosas inherentes a esta vocación. Por cierto, defíneme qué características tiene que tener un escritor, para que te cautive…

—No  me gusta la prosa muy recargada. Lo que yo disfruto es de una historia con tensión, de esas que hacen que siempre quieras leer un capítulo más aunque al día siguiente lo lamentes cuando suena el despertador? Tú, que eres del gremio ¿piensas que es más importante la forma que el fondo? Y no me vengas con eso de que un poco de todo, equilibrio, etc. Deja a un lado la filosofía moderada y sorpréndenos.

—Es fundamental tener una historia que contar. De nada sirven las florituras si después de 100 páginas lo que estás leyendo “no te llega” o no te “provoca” sensaciones (buenas o malas, ojo). Pero claro… una gran historia contada de manera simple es como servir un vino de 12000 euros en un vaso de plástico. Estará rico… pero has perdido la oportunidad de ensalzar las virtudes del producto. Por eso, y ya sé que estoy diciendo precisamente lo que no querías, lo ideal es el equilibrio. Pero si me tengo que decantar, prefiero mejores fondos que formas. Y esto es algo que se echa en falta en los nuevos autores, por llamarlo de alguna manera… este “boom” de famosillos metidos a escritores… ¿a quién hace más daño? ¿Al lector? ¿A los escritores noveles? ¿A la cultura, en general?

—Yo no creo que perjudique al lector. El que lee de forma habitual no consume ese tipo de basura. La cultura tampoco se ve perjudicada, ese fenómeno se debe a la caja tonta y ha calado en nuestra forma de ser igual que en otros países. La cultura es otra cosa que no tiene nada que ver con la oleada de libros “escritos” por payasetes televisivos. Piensa que, paradójicamente, la mayoría de la gente que compra esos libros no los lee, o al menos no los acaba. A los autores sí que los perjudica, porque el dinero que la gente gasta en comprar ese tipo de libros lo escatima de adquirir verdadera literatura. Si además tenemos en cuenta cómo está el patio pues sí, yo diría que los autores noveles ya no tenemos nada que hacer. Lo que no puedo decirte es si en otros países (como, por ejemplo, los de habla anglosajona) un escritor novel recibe más atención que aquí. ¿Tú cómo lo ves? 

— Yo pienso que, por desgracia, estamos en un tiempo, una etapa, que va a durar muchos años. La política editorial se ha vuelto estrictamente economicista, y prima vender por encima de todas las cosas. No es algo nuevo, ni que vaya a acabar en breve. De hecho creo que es una tendencia que puede abarcar a varias generaciones de escritores. Por eso se prefiere, ya no un famoso, sino un “famosillo” para que publique un libro y facilite las ventas, antes que arriesgarse con alguien nuevo y desconocido. Y aunque es un mal extendido en todo el mundo (incluso en ese mundo anglosajón, donde el amarillismo vende como rosquillas), sí que es verdad que España ha entrado en una dinámica de desplome cultural al que no se le ve fondo.
Ya que estamos, venga, tío, mójate… ¿cuál es el tu Premio fetiche y por qué? ¿Qué Certamen te gustaría ganar? No te cortes… ¿Planeta, Nadal, Biblioteca Breve, …Minotauro, quizás?

—¿Esa es una pregunta trampa? Si te soy sincero, siempre he pensado que los premios “grandes” son meras maniobras de marketing y que están asignados con mucha (pero mucha) antelación. Vamos, que solo se trata de promocionar ciertos escritores o novelas. Una vez estuve a punto de presentarme al Minotauro, pero las condiciones me parecieron abusivas y abandoné la idea. A mi nivel, te diré que había dos antologías a las que tenía muchas ganas, más que nada porque me parecían inalcanzables, cada una por motivos diferentes. Una de ellas era Hislibris, porque yo soy autor de misterio, suspense y terror más que de histórico. La otra era Calabazas en el Trastero porque se trata de una publicación muy endogámica, suelen elegir autores de su círculo o del foro que administran los mismos editores. Ambas las conseguí el año pasado. Y por si fuera poco también logré mi sueño de publicar una novela sin recurrir a la autoedición. De momento (solo de momento) no he subido el listón. ¿Tú crees que es importante ganar premios para darte a conocer? ¿No es mejor escribir una novela que encuentre apoyo de una gran editorial? Ya sabes, lo del padrino y el bautizo…. 

— Lo ideal sería que una gran editorial (o mediana) te apoye, sin lugar a dudas. El problema está en que, como dije antes, mientras seas un perfecto desconocido nadie te va a hacer ni puñetero caso. Y ahí es donde entra el tema de los concursos literarios. Ya no por el tema de ganar dinero con ellos… es un escaparate, una forma de darte a conocer y que alguien, en un caso hipotético y utópico, te “descubra”. No es lo habitual, de hecho pasa pocas veces… pero ha pasado. Basta que haya sucedido una sola vez para que, al menos en lo que a mí respecta, me merezca la pena participar en concursos. Aun así hay que tener los pies en el suelo y ser consciente de que es algo muy complicado, como ganar una lotería. Oye, supongo que compartirás conmigo eso de que un relato es como un hijo. Aun así déjame  que te ponga en un aprieto… ¿de cuál estás más orgulloso y de cuál menos? ¿Y por qué?
                                                                                                                                                            
—Esa es la típica pegunta de ¿a quién quieres más, a tu papá o a tu mamá? Ahora después me dices tú cuál de tus relatos es tu favorito y a cuál de ellos no quieres. Pero no voy a eludir la pregunta. Para empezar, te diré que a medida que pasa el tiempo y voy aprendiendo más mis historias están más planificadas, mejor redondeadas y más llenas de recursos. Quiero decir que los últimos me gustan más que los primeros, quizás porque están más cerca en el tiempo. Sin embargo, hay un par de relatos “antiguos” a los que tengo mucho cariño. En especial, uno titulado “La casa de al lado”, que ganó un concurso de relatos de terror. Mientras lo escribía podía sentir la magia fluyendo. ¿El patito feo? Por decir uno, escogeré uno que escribí para Calabazas en el Trastero Horror Cósmico. Se titula “Invasión” y, efectivamente, era un horror, jajaja. Ahora a ver si eres capaz de igualar la valoración. Venga, a criticar a tus hijitos…

—Me pasa como a ti. Tiendo a valorar más los relatos más recientes que los antiguos, y se debe a que conforme pasa el tiempo, eres consciente de las “taras” de tus primeros escritos. Yo tengo algún relato premiado que, sinceramente, ahora lo leo y lo veo simplón, plano, y casi me da vergüenza confesar su autoría. En ese sentido, por ejemplo, está “La gloria de Arzúa”. Relato nada recomendable, lo admito. De los últimos escritos, para mí el mejor por todo lo que supuso de investigación, ambientación, redacción, etc… es “ La Guerra del Loco”, que ganó el  Premio “Leopoldo de Luis” el año pasado.  Creo que ese relato sí que quedó redondo de principio a fin y estableció una especie de “techo” de calidad que no he vuelto a encontrar (por desgracia) en relatos posteriores. Quizás se deba a que ese relato tuvo mucha preparación previa. Los posteriores han sido más improvisados, y eso se nota.
 La vida del escritor novel es dura (que nos lo digan a nosotros)… ¿a qué aspiras, Vidal? ¿Cuál es tu meta en esto de juntar letras?

—En un principio aspiraba (o quizás lo soñé, ya no me acuerdo muy bien) que quizás podría malvivir escribiendo, mi situación laboral era penosa —y después se puso peor—, pero aquella fantasía ya desapareció. Ahora solo pretendo ir publicando un relato aquí y otro allá, puede que alguna novela de vez en cuando y así ir acumulando una pequeña colección de libros “míos”. A otros se les da mejor ir ganando un poco de pasta, o no tan poco. Cuenta, cuenta, anda, no te hagas el humilde…

—Pues no te creas que se gana mucha pasta, no. Ni para malvivir, siquiera. Hasta la fecha solo he ganado un premio equivalente a un sueldo mensual (que no está mal, no me voy a quejar)… pero la inmensa mayoría te permite pagar el seguro del coche, o la cesta de la compra de un mes… De hecho algunos de los que he ganado han sido premios “no dinerarios”. Ya sabes, un estuche de vino, un fin de semana en un hotel… Realmente tan sólo los certámenes de novela te permitirían vivir (y solo por un tiempo) de la escritura. Si bajamos al peldaño de los relatos, ni te cuento. Como mucho, consigues tirar un par de meses, siendo muy optimista y teniendo la suerte de “enganchar” un par de premios seguidos (lo cual es muy complicado, porque la competencia es altísima). Los concursos te aportan un extra que viene muy bien… pero por si solos, no mantienen tu cuenta corriente en verde. Tan solo mantienen a tu ego.
Bueno, voy pidiendo la cuenta, si te parece. Pero antes cuéntame algo sobre tus proyectos literarios a corto, medio y largo plazo.

—Los últimos meses he estado “retirado”, por decirlo de algún modo, así que ya se han agotado mis asuntos pendientes. Para este año tengo en producción una novela multiaventura, de esas que te dan a elegir seguir por un lado o por otro. La estoy escribiendo con unos compañeros del foro relatospulp.com. También tengo en negociaciones la publicación de una novela propia, Ecos de gente muerta, que verá la luz en otoño, si todo va bien. Además colaboro habitualmente con la revista Vuelo de cuervos, de la que saldrá una antología con un relato mío, y un par de concursos a la vista. Pero aún quedan muchos meses por delante, quien sabe… ¿y tú? ¿Preparas algo especial de lo que merezca la pena enterarse? ;)   

— Proyectos varios, pero como buen piscis que soy, lejos de culminar. Tengo dos novelas empezadas (las dos de misterio) y otras tres pendientes de publicación (no hay manera de encontrar padrino, macho… ya me contarás cómo lo hiciste tú)… así que me lo tomo con filosofía y de momento escribo lo que me apetece y concurso cuando puedo, para matar el gusanillo.

Ha sido genial compartir este ratillo contigo. No todos los días puede uno compartir mesa con un escritor talentoso y prometedor como tú. ¡Un abrazo, compañero!

—Lo mismo digo, Vidal.

Delicioso café y deliciosa conversación la que he mantenido con este magnífico escritor, que ya les adelanto dará que hablar. Si hay entre mis lectores algún representante y/o editor, hágame caso y no deje pasar esta oportunidad. Éxito garantizado.
Vidal Fernández Solano… apunte bien su nombre. Literatura diferente, con sello personalísimo y rica en matices. Una especie en extinción…


Un placer, amigo. Hasta un próximo café.




                                                SOBRE VIDAL FERNÁNDEZ SOLANO:

Vidal Fernández Solano (Madrid, 1969), Licenciado en Económicas, comenzó a escribir relatos ya en su edad adolescente, como un simple entretenimiento. Sin embargo, su afición quedó aparcada durante mucho tiempo. No fue hasta finales de 2011 cuando decidió compartir su obra con el público.
Unos meses después publicó su primer relato en la antología Epic de Tyrannosaurus Books. Participó también en los recopilatorios Bocados Sabrosos 2 y La Parca de Venus, en los libros solidarios Cuentos de Ciudad Esmeralda y El Lenguaje de la Fantasía, en la antología Steampunk-Gaslamp de Planes B, y en las recopilaciones de relatos históricos de Ediciones Rubeo y VI Concurso Hislibris. En septiembre de 2013 se publicó su primera novela, Molobo. Ha participado como jurado y corrector, además de con un relato, en la antología Amanecer Pulp 2014, y ha resultado seleccionado para Calabazas en el Trastero: Steampunk, en la antología de relatos Top Terror, un 2º puesto en el concurso de novela corta de terror Dagón con su novela Ecos de gente muerta y la selección de su relato Fuego de noche, hielo de día en la VII edición de Hislibris. Actualmente colabora de forma asidua con la revista Vuelo de Cuervos y, tras unos meses de parón literario, prepara su vuelta al ruedo con un par de proyectos. Publica algunos de sus relatos en su blog personal




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