El
paso del tiempo es algo muy subjetivo y depende de una serie
de factores que, en muchas ocasiones, nada tienen que ver con la
estricta realidad. De todos es sabido que cuanto más entretenida o
concentrada está nuestra mente, más rápidamente parecen avanzar
las agujas del reloj. Sin embargo, cuando no hay nada que hacer, ver,
presenciar o siquiera intuir, el tiempo parece detenerse haciendo el
día eterno y la noche infinita. En esa situación, debía
encontrarse Paco Penas, atrincherado entre las sábanas y mantas de
su cama, encerrado como si fuese un pajarillo entre aquellas cuatro
paredes que no se movían de donde estaban y que no aportaban
ni un ápice de triste conversación a
nuestro protagonista. Por eso, traspasada ya la
invisible barrera del mediodía
y ya cercanos a la anglosajona "hora del té", Paco
vislumbró una novedad en su monotonía diaria...le dolía la
cabeza y sentía escalofríos. No era precisamente la mejor manera
de salir de la rutina, pero la situación de Paco era tan
desesperante que un hecho luctuoso como sería el estallido de la
Refinería, supondría un alivio para su mente, completamente imbuída
en el blanco de sábanas y pijamas, y en el blanco roto-amarillento
de las mugrientas paredes de su olvidada habitación. Así que ni
corto ni perezoso, llamó al timbre y le comentó a la
enfermera su dolencia. Tras medirle la temperatura y
administrarle un paracetamol, Paco se introdujo en la cama y esperó
pacientemente el efecto milagroso del comprimido. Pero media hora
después, los escalofríos persistían y el dolor de
cabeza era insoportable. Paco volvió a llamar, y tras
comprobar que la fiebre no había bajado sino todo lo contrario, la
enfermera pronunció unas palabras que bien podían haber servido de
epitafio para nuestro protagonista.
-
Habrá que avisar al Internista de Guardia…hoy está el Dr. Ruiz
Bacinete.
Tras
una media hora esperando la llegada de tan enigmático personaje, la
puerta de la habitación se abre, y aparece un señor cubierto de
toda la protección habida y por haber, aunque intuyéndose una
impoluta bata blanca y un voluminoso fonendoscopio colgado
de los hombros.
El
señor, moreno, de mediana edad en todo momento da una sensación de
corrección y educación poco común hasta la fecha, lo cual es
bienvenido por Paco.
Al
menos hasta el mismo momento en que el médico abre la
historia médica y comienza a leer... El gesto del doctor va
cambiando, del mismo modo que los camaleones cambian de color
dependiendo de su entorno...y empieza a dudar...
-
Uf...no sé...podría ser...no creo...en fin, habría que...
Una
enfermera que se encuentra al lado, se le queda mirando como
queriendo saber más...craso error...
-
Verá usted, -le dice a Paco, aunque con la clara intención de que
la enfermera también se entere- creo que deberíamos hacerle una
serie de pruebas...
-
Ya me han hecho analíticas, hemocultivos y una colonoscopia...
-
Sí claro, aquí lo tengo todo, pero han pasado muchos días y vaya
usted a saber de qué se trata -el doctor se va sofocando un
poco-...podría ser una diarrea osmótica, o una secretora,
podría ser causada por un virus, o por una bacteria, podría
tratarse de un colon irritable, una simple hipermotilidad
intestinal, una enfermedad de Crohn, un Síndrome de Malabsorción...
Ahora
es Paco el que comienza a cambiar de color…
-...y
no habría que descartar la posibilidad de que fuera disentería, o
incluso, sí, por qué no ¿ha ingerido usted últimamente
etanol?, no, no, no, olvídelo. ¿Y loperamida, ha ingerido usted
últimamente loperamida? Tampoco, ya veo. Esto es un “pastizo”.
El
sudor empieza a caer por la frente del Dr. Ruiz Bacinete que pasa las
hojas de la historia médica nerviosamente.
-...Giardiasis...es
otra posibilidad, ¿usted ha bebido últimamente agua de
charcos? No, no, ya veo que lleva usted aquí ingresado casi un mes.
Paco
mira a la enfermera buscando consuelo en su mirada, y tan sólo
obtiene una respuesta encogiendo los hombros y mirando al techo.
-...podría
ser diarrea del viajero. Ah no, es verdad, que lleva aquí un mes
metido, es imposible. Salmonela, escherichia colli. Y no
podemos descartar que sea cólera…
El
médico cierra súbitamente la historia y le dice a la enfermera...
-
Toma nota. Le vamos a pedir una analítica completa con gases
arteriales, un sedimento, orina de 24 horas, coprocultivo y
heces para micobacterias, le vamos a sacar de nuevo hemocultivos
seriados. Hoja de consulta a cirugía (no vaya a ser cosa de ellos),
hoja de consulta a digestivo, hoja de consulta a neumología, hoja de
consulta a salud mental (vete a saber a qué es debida la
diarrea), quiero control de diuresis diaria y le vamos a colocar una
vía periférica con sueroterapia. Le vamos a pedir enema opaco,
nueva colonoscopia, TAC abdominal urgente y Resonancia Magnética
muy preferente. Para empezar ahora, una Radiografía simple
de abdomen urgente. También le vamos a pedir un estudio
gastroesofágico. Necesito un teléfono para hablar con un experto
en enfermedades tropicales…
Paco
empieza a escuchar la voz del doctor cada vez más lejana, mientras
éste sigue con la interminable lista de posibles patologías que
pudieran haber desencadenado sus diarreas. Conforme van apareciendo
nuevos vocablos extraños en la garganta del internista de
guardia, la visión se hace más borrosa y Paco va cayendo en un
extraño sopor producto de la mala impresión…hasta que de
nuevo una pregunta del médico espabila los sentidos de
Paco…
-
… ¿ha estado usted últimamente en el Caribe, o en África
Subsahariana? ¿no? ¿y le ha picado algún mosquito raro?
¿Tampoco?...
-
¿Algo más?-pregunta con sorna la enfermera que ha observado el
aumento de la palidez del rostro del paciente.
Tras
un breve momento de reflexión del Dr. Ruiz Bacinete,
éste sentencia finalmente:
-
Sí, comprobar si se desratizó correctamente esta habitación en su
día. Hoja de consulta a Medicina Preventiva, también. Y llama a
mantenimiento para que arregle el picaporte de la puerta.
Dicho
esto, el internista abandona la habitación dejando a Paco Penas
aterrorizado con todo lo acontecido e intentando ordenar ideas
sobre qué tipo de amenaza se cierne sobre su salud y todas las
medidas adoptadas para su resolución. Finalmente, en la
soledad de su habitación, Paco llega a la conclusión de que lo
mejor hubiera sido cerrar la boca y esperar a que la fiebre se
hubiera ido sola sin "ayuda" de nadie.
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