jueves, 24 de abril de 2014

"EL PRETICANTE" (Lectura Online).- Capítulo XVI



El paso del tiempo es algo muy subjetivo y depende de una serie de factores que, en muchas ocasiones, nada tienen que ver con la estricta realidad. De todos es sabido que cuanto más entretenida o concentrada está nuestra mente, más rápidamente parecen avanzar las agujas del reloj. Sin embargo, cuando no hay nada que hacer, ver, presenciar o siquiera intuir, el tiempo parece detenerse haciendo el día eterno y la noche infinita. En esa situación, debía encontrarse Paco Penas, atrincherado entre las sábanas y mantas de su cama, encerrado como si fuese un pajarillo entre aquellas cuatro paredes que no se movían de donde estaban y que no aportaban ni un ápice de triste conversación a nuestro protagonista. Por eso, traspasada ya la invisible barrera del mediodía y ya cercanos a la anglosajona "hora del té", Paco vislumbró una novedad en su monotonía diaria...le dolía la cabeza y sentía escalofríos. No era precisamente la mejor manera de salir de la rutina, pero la situación de Paco era tan desesperante que un hecho luctuoso como sería el estallido de la Refinería, supondría un alivio para su mente, completamente imbuída en el blanco de sábanas y pijamas, y en el blanco roto-amarillento de las mugrientas paredes de su olvidada habitación. Así que ni corto ni perezoso, llamó al timbre y le comentó a la enfermera su dolencia. Tras medirle la temperatura y administrarle un paracetamol, Paco se introdujo en la cama y esperó pacientemente el efecto milagroso del comprimido. Pero media hora después, los escalofríos persistían y el dolor de cabeza era insoportable. Paco volvió a llamar, y tras comprobar que la fiebre no había bajado sino todo lo contrario, la enfermera pronunció unas palabras que bien podían haber servido de epitafio para nuestro protagonista.
- Habrá que avisar al Internista de Guardia…hoy está el Dr. Ruiz Bacinete.
Tras una media hora esperando la llegada de tan enigmático personaje, la puerta de la habitación se abre, y aparece un señor cubierto de toda la protección habida y por haber, aunque intuyéndose una impoluta bata blanca y un voluminoso fonendoscopio colgado de los hombros.
El señor, moreno, de mediana edad en todo momento da una sensación de corrección y educación poco común hasta la fecha, lo cual es bienvenido por Paco.
Al menos hasta el mismo momento en que el médico abre la historia médica y comienza a leer... El gesto del doctor va cambiando, del mismo modo que los camaleones cambian de color dependiendo de su entorno...y empieza a dudar...
- Uf...no sé...podría ser...no creo...en fin, habría que...
Una enfermera que se encuentra al lado, se le queda mirando como queriendo saber más...craso error...
- Verá usted, -le dice a Paco, aunque con la clara intención de que la enfermera también se entere- creo que deberíamos hacerle una serie de pruebas...
- Ya me han hecho analíticas, hemocultivos y una colonoscopia...
- Sí claro, aquí lo tengo todo, pero han pasado muchos días y vaya usted a saber de qué se trata -el doctor se va sofocando un poco-...podría ser una diarrea osmótica, o una secretora, podría ser causada por un virus, o por una bacteria, podría tratarse de un colon irritable, una simple hipermotilidad intestinal, una enfermedad de Crohn, un Síndrome de Malabsorción...

Ahora es Paco el que comienza a cambiar de color…
-...y no habría que descartar la posibilidad de que fuera disentería, o incluso, sí, por qué no ¿ha ingerido usted últimamente etanol?, no, no, no, olvídelo. ¿Y loperamida, ha ingerido usted últimamente loperamida? Tampoco, ya veo. Esto es un “pastizo”.

El sudor empieza a caer por la frente del Dr. Ruiz Bacinete que pasa las hojas de la historia médica nerviosamente.
-...Giardiasis...es otra posibilidad, ¿usted ha bebido últimamente agua de charcos? No, no, ya veo que lleva usted aquí ingresado casi un mes.

Paco mira a la enfermera buscando consuelo en su mirada, y tan sólo obtiene una respuesta encogiendo los hombros y mirando al techo.
-...podría ser diarrea del viajero. Ah no, es verdad, que lleva aquí un mes metido, es imposible. Salmonela, escherichia colli. Y no podemos descartar que sea cólera…
El médico cierra súbitamente la historia y le dice a la enfermera...
- Toma nota. Le vamos a pedir una analítica completa con gases arteriales, un sedimento, orina de 24 horas, coprocultivo y heces para micobacterias, le vamos a sacar de nuevo hemocultivos seriados. Hoja de consulta a cirugía (no vaya a ser cosa de ellos), hoja de consulta a digestivo, hoja de consulta a neumología, hoja de consulta a salud mental (vete a saber a qué es debida la diarrea), quiero control de diuresis diaria y le vamos a colocar una vía periférica con sueroterapia. Le vamos a pedir enema opaco, nueva colonoscopia, TAC abdominal urgente y Resonancia Magnética muy preferente. Para empezar ahora, una Radiografía simple de abdomen urgente. También le vamos a pedir un estudio gastroesofágico. Necesito un teléfono para hablar con un experto en enfermedades tropicales…

Paco empieza a escuchar la voz del doctor cada vez más lejana, mientras éste sigue con la interminable lista de posibles patologías que pudieran haber desencadenado sus diarreas. Conforme van apareciendo nuevos vocablos extraños en la garganta del internista de guardia, la visión se hace más borrosa y Paco va cayendo en un extraño sopor producto de la mala impresión…hasta que de nuevo una pregunta del médico espabila los sentidos de Paco…
- … ¿ha estado usted últimamente en el Caribe, o en África Subsahariana? ¿no? ¿y le ha picado algún mosquito raro? ¿Tampoco?...
- ¿Algo más?-pregunta con sorna la enfermera que ha observado el aumento de la palidez del rostro del paciente.
Tras un breve momento de reflexión del Dr. Ruiz Bacinete, éste sentencia finalmente:
- Sí, comprobar si se desratizó correctamente esta habitación en su día. Hoja de consulta a Medicina Preventiva, también. Y llama a mantenimiento para que arregle el picaporte de la puerta.

Dicho esto, el internista abandona la habitación dejando a Paco Penas aterrorizado con todo lo acontecido e intentando ordenar ideas sobre qué tipo de amenaza se cierne sobre su salud y todas las medidas adoptadas para su resolución. Finalmente, en la soledad de su habitación, Paco llega a la conclusión de que lo mejor hubiera sido cerrar la boca y esperar a que la fiebre se hubiera ido sola sin "ayuda" de nadie.

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