miércoles, 15 de enero de 2014

"EL PRETICANTE" (Lectura Online).- Capítulo I



La mañana se presentaba cargada de trabajo en la Unidad de Medicina Interna. El personal de la planta recorría con prisas el largo pasillo y de forma frenética acudía habitación por habitación a las continuas demandas de los pacientes ingresados, que pulsaban de forma inmisericorde el timbre de llamada al control de enfermería.
Auxiliares y enfermeros se cruzaban constantemente sin apenas dar tiempo a intercambiar unas palabras, y las idas y venidas de unos y otros se convirtieron en la imagen habitual de aquella mañana que, por otra parte, tampoco se salía de lo común.
En la zona reservada del control de enfermería, unos estudiantes de tercer curso bromean entre ellos mientras observan el trabajo a destajo de las enfermeras de planta.
La que nos espera dentro de unos meses, cuando nos den el título comenta uno mientras señala con la mirada a una enfermera, despeinada, sudorosa, y con una bandeja metálica en las manos con utensilios para alguna técnica enfermera.
Teníamos que haber estudiado algo de más provecho… Imagen y Sonido, Telecomunicaciones, Informática… apunta uno de ellos.
Rosa (la enfermera) apoya sus manos sobre la mesa, toma un poco de aire y con ironía se dirige a los estudiantes.
Si queréis podéis echarnos una mano…hay mucho trabajo que hacer hoy.
Uno de los estudiantes, el que lleva la voz cantante, es un muchacho espigado, pelo corto y diminutas gafas metálicas, con aire soberbio y orgulloso. A la vista de la invitación de la enfermera, no duda en dar un paso al frente y responder.
Yo no voy a hacer más electros, ni voy a tomar más tensiones. Estamos en el último año de estudios y queremos hacer cosas más complicadas.
La enfermería lo abarca todo, lo fácil y lo difícil…y dentro de pocos meses seréis enfermeros titulados y trabajaréis con nosotros en las mismas condiciones que estamos responde Rosay no tendréis más remedio que tomar tensiones y sacar todo el trabajo adelante, incluso aquello que no os gusta.

Las tensiones, y «ese tipo de cosas» son para los alumnos de primero o de segundo. Son cosas de ATS y «preticantes» puntualiza el alumno con la aprobación de sus compañeros que le ríen la broma.
En ese momento, Carlos, otro enfermero de la unidad entra en el cuarto y tras escuchar el último comentario, se retira los guantes de látex y comenta en voz alta.

Preticantes, ATS, «pinchaculos»…mira, chaval…si tú estás ahora mismo aquí con ese pijama blanco y esa tarjeta identificativa de la Universidad es gracias a montones de enfermeros que durante años hicieron este trabajo, en principio sin titulación académica, y luego con estudios no universitarios.
»Me importa un huevo que seas un hacha elaborando planes de cuidados y manejando las tecnologías más vanguardistas de nuestra profesión, que lo dudo…lo que importa es que tratamos con personas, nuestra labor es cuidarles y darles una atención digna. Y eso ya lo hacían los «preticantes» antes de que tú fueras un «proyecto» de vida en el útero de tu madre. ¿Tienes idea de lo que va la Enfermería?...ah, no…..ahora no os dan esas cosas en la Escuela. La Enfermería es adaptarte a lo que hay, a los recursos que están a tu alcance con un único objetivo: dar confort al paciente. Y eso lo hacían los “preticantes” hace muchísimos años, con menos medios de los que tú y yo disponemos ahora.

Los chicos bajaron la cabeza y permanecieron en silencio, mientras el enfermero anotaba algo en un trozo de papel, y lo guardaba en su bolsillo. Consciente de lo tenso de la situación, se gira hacia los alumnos y sonriendo les dice…

Os voy a contar una historia de «preticantes», de lo difícil que es ser enfermero en el día a día…
¿Habéis oído hablar de Paco Penas?

Los muchachos se miran entre ellos dubitativamente, como si fuera parte de un examen oral de la Universidad, y finalmente niegan con la cabeza.
Me lo imaginaba.
Rosa se acerca al grupo de alumnos y les comenta:
Merece la pena que perdáis media hora en escucharle, además…ya casi todo lo que había que hacer está hecho. Venga…coged unas sillas y poneos cómodos.
Carlos cogió también una silla, se situó frente a los chicos, y comenzó su relato.

Paco Penas fue un paciente que tuvimos ingresado aquí hace unos años. Esta historia me la contó un enfermero de los antiguos…como decís vosotros: un «preticante»

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