NOTAS
DEL AUTOR
Es
imprescindible para entender esta narración, conocer cuál fue la
semilla de la que ha germinado esta historia.
Un
12 de junio de 2008, me decido a publicar un blog dedicado a la
enfermería. Pero no quería centrarme en el aspecto más
científico y divulgativo de mi profesión, ni pretendía ser
un mero transmisor de noticias relacionadas con la labor
enfermera.
El
nivel de frustración profesional entre mis colegas, el
estrés, la sobrecarga de trabajo, amenazas y agresiones,
y sobre todo la falta de respeto de una parte importante de
nuestra sociedad hacia nuestra labor, me decidió a mostrar en el
blog en qué condiciones se trabaja en la mayoría de centros
sanitarios. Mi primera intención fue dignificar mi profesión, por
tanto.
Mi
segunda intención era un poco más soterrada y, si me permiten, más
maquiavélica.
Pretendía
poner a mis colegas frente al espejo, mostrarles nuestras
miserias, nuestros vicios y malos comportamientos…no todos
los males de la sanidad provienen de los usuarios, ni mucho menos.
Gran parte de responsabilidad de estos problemas radica en nuestro
propio gremio, y es necesario que sepamos identificar dónde fallamos
para poder mejorar la calidad de nuestra asistencia en el futuro.
Con
estas dos premisas nace el blog El “Preticante” (forma coloquial
andaluza de decir Practicante), y para conjugar ambos
objetivos pensé que lo mejor era contar una historia.
Una
historia ficticia pero basada en hechos reales, con multitud de
anécdotas que hemos vivido, aunque en muchos casos rayando la
exageración propia de mi tierra, sin la cual el “espíritu” del
blog no sería el mismo.
Huelga
decir que todos los personajes que aparecen en esta historia son
igualmente ficticios, y cualquier parecido con la realidad es mera
coincidencia, o producto de una retorcida imaginación enfermiza.
El
Hospital Puerta de San Pedro, donde se desarrolla la
novela, no existe.
No
pierdan esfuerzos buscándolo en internet o en guías de viaje. Tan
sólo existe un hospital en La Línea donde tengo el gusto de
trabajar con compañeros extraordinarios en una unidad de Medicina
Interna donde somos una gran familia. Con nuestras discusiones,
tiras y aflojas, momentos de risas y lamentos… pero familia al
fin y al cabo.
Me
anticipo a aquellos que puedan sentirse molestos con la
forma de hablar de algún personaje, pidiendo disculpas si alguien se
siente ofendido, aunque como buen andaluz que me considero, soy el
primero en reírme de mi propio habla y no renuncio a la riqueza de
mi dialecto. Por eso no me avergüenzo de escribir “en andaluz”,
porque yo soy el primero que habla así (y con gran orgullo, por
cierto).
En
todo caso, del primero que me río es de mi mismo, que acostumbro a
emplear algunas de esas expresiones, e incluso seseo y ceceo a
discreción y sin complejos.
También
me consta que en determinados estamentos sanitarios el blog ha
levantado no pocas ampollas.
Les
pido que miren El “Preticante” con otros ojos, no se queden sólo
con su parte ácida y crítica.
Sé
que no le agrada a nadie que le señalen sus fallos, pero no
hay otra manera de subsanarlos en el futuro, si es que hay voluntad
para ello.
Hace
casi dos años, cuando dos compañeros de Medicina Interna me
animaron a “novelar” la historia que estaba escribiendo en el
blog, no podía ni imaginar lo problemático que iba a ser. Y es que
no es lo mismo escribir por “entradas” o “posts” que escribir
un libro. Pero debo reconocer que sin la inspiración de ambos y su
fe en este proyecto, difícilmente me hubiera embarcado en esta
empresa. También a los dos debo el “virus” que me han inoculado
desde hace años con el complicado universo de la Blogosfera
Sanitaria. Sin ellos, no existiría El “Preticante”, no tengo la
menor duda.
Mi
eterno agradecimiento al resto de compañeros de Medicina Interna que
han inspirado muchos pasajes de esta historia, y de los que me
siento orgulloso de llamarme compañero y, en algunos casos, amigo.
Hago
extensible este agradecimiento a todos los compañeros del resto del
hospital, en especial aquellos que comparten conmigo cientos de
kilómetros de carretera a la semana y cuya compañía
hace el camino más ameno. Sería injusto nombrar a alguno, porque
son muchos y muy valiosos para mí tanto en lo profesional como en lo
personal.
Y
por supuesto, mi infinito agradecimiento a todos los que han apoyado
esta idea desde el principio.
A
los que alguna vez han visitado el Blog y se han sentido parte de la
historia.
Para
mí es un orgullo saber que he podido provocar algunas risas o que he
contribuido a que una mala noche de guardia en el hospital, fuera
menos mala por unos minutos.
Ver
El “Preticante” hecho novela es un sueño que quiero compartir
con todos vosotros.
Muchísimas
gracias a todos.
Alberto
Puyana.
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