domingo, 5 de enero de 2014

"EL PRETICANTE" (Lectura Online).- Prólogo de Lola Montalvo



                                                     "EL PRETICANTE" 
              Novela Finalista del V Premio de Creación Literaria Bubok 2013


                                                          PRÓLOGO

A pocos les gusta entrar en un hospital. Ni como pacientes ni como acompañantes. Y muchas visitas entran en sus recintos a regañadientes, casi a punta de látigo, el que les impone el deber social, por aquello de visitar al enfermo, por el qué dirán, por eso tan manido de «que no sea yo el que falte»… Bueno, pero ese es otro tema.
Entre sus manos, querido lector, tiene un libro que trata de hospitales, de enfermeras, médicos y auxiliares, de celadores, personal de limpieza, de seguridad, administrativos… y, en definitiva, de todo el batiburrillo de profesiones que hacen funcionar el complicado engranaje de un hospital, curiosa factoría de producción cuyos insumos son los pacientes y cuyo producto esperado es el mismo paciente perfectamente recuperado y listo para funcionar en la calle, en su casa, en su barrio, en su trabajo. Aunque, como es bien sabido y supongo que todos pueden comprender, esto no siempre es posible. Algunos salen igual de enfermos que entraron. Otros, peor; otros, mucho peor y otros…
Como hecho sobradamente conocido, es por ello que a todas las personas de bien los hospitales les resultan lugares tenebrosos —aunque estén pletóricos de luz—, agobiantes —aunque sus espacios cada vez son más diáfanos—, malolientes —por mucho que los detergentes, antisépticos y desinfectantes sean los ambientadores más comunes— o amenazantes —por mucho que las gentes que allí laboran la única meta que persigan sea recuperar la salud del que la ha perdido y proporcionar cuidados profesionales a los que sufren—. Sí, la mayor parte de las personas huyen de los hospitales como de la peste y de los impuestos. Y, si hemos de ser sinceros, no podemos negarles su parte de razón. Los hospitales son lugares de sufrimiento presupuesto.
Es esta la historia, en definitiva, de un hospital. Con su enfermeras, sus médicos y auxiliares; sus celadores, administrativos, personal de limpieza, pinches… Pero no es un hospital cualquiera.
Su ubicación en un pueblecito de la costa gaditana le hace único. Sus pacientes, le hacen único. ¿Todos sus pacientes? No, en realidad dos de ellos destacan entre sus asiduos dolientes.
Conocerán en estas páginas a Paco Penas y el Chori. Dos opuestos. Ying y Yang. Negro y Blanco. Desgracia y Suerte, en coloquial, potra…
En el devenir contrapuesto de estos dos personajes conoceremos el funcionamiento de un hospital en todos sus elementos más básicos y en los más complejos, por qué no. Entenderemos la desidia y el afán de labor de sus trabajadores, que de todo hay; entenderemos la profesionalidad de sus sanitarios y el «ente» básico en una planta de Medicina Interna por antonomasia: el timbre. Ese gran desconocido.
Desgranando esta historia y los aconteceres de sus protagonistas, veremos cómo se puede novelar sobre hospitales derrochando humor inteligente e ironía, con su aquél de crítica, parida con no poco dolor por quién conoce el terreno de primera mano, su autor, Alberto Puyana, experimentado y avezado enfermero que ha recorrido los pasillos de esa u otra planta de Medicina Interna durante años. De su mano nos veremos sumergidos en una hilarante historia cuyo objetivo es divertir, entretener y, por qué no, criticar desde dentro los tópicos, todos y cada uno, que abarrotan la imagen que la gente de a pie tiene de nuestros hospitales. Unos ciertos, otros casi.
Les dejo ya en sus manos, manos profesionales y expertas, que no les defraudarán, en absoluto. Pero eso sí, me gustaría destacar un detalle que, estoy completamente segura, no les dejará indiferente. Sus personajes, sobre todo El Chori, desgranan una lengua autóctona, rica y versátil, llena de metáforas y simbología a raudales: el andalú de Cai. La riqueza semántica de esta lengua, el andaluz, que muchos se niegan a reconocer como tal, les llenarán los sentidos con su elevada prosa. Divertida, ocurrente. Fascinante.
Disfruten de esta magnífica historia. Lean y rían. Cuando terminen, se darán cuenta de que una interesante metamorfosis se ha generado en su espíritu. Y no volverán a ver los hospitales con los mismos ojos. Estoy segura de ello.


                                                                   Lola Montalvo, escritora.

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